Los continuos movimientos de los músculos faciales generan a menudo un gran número de arrugas o líneas de expresión. Nuestro rostro es el reflejo de nuestras experiencias vividas, gesticulamos hasta mil veces al día por lo que ese movimiento continuo de nuestra musculatura facial deja su huella en nuestra piel.
Tras la valoración del paciente se realiza una minuciosa selección de los puntos donde se aplicará el tratamiento para obtener el resultado más natural.
El tratamiento se centra en puntos concretos de alrededor de los ojos, la frente, los labios, y también se puede utilizar a partir de los 30 años para evitar que las primeras arrugas lleguen a emerger.
Con el tratamiento de toxina botulínica podremos recuperar la firmeza y elasticidad que se pierde con el paso del tiempo, rejuveneciendo nuestra piel.
(*) Los resultados obtenidos pueden variar dependiendo del paciente.